lunes, 7 de febrero de 2011

Hacer el amor

Se puede hacer el amor sin tener relaciones sexuales.

Y se puede tener relaciones sexuales sin hacer el amor.

Mi novia y yo hacemos el amor todos los días sin tener necesariamente relaciones sexuales.

Hacemos el amor cuando jugamos ajedrez y ella quiere que yo le coma la reina en un descuido suyo y yo quiero que ella me gane (pero haciéndola sufrir) y las partidas duran dos horas como mínimo.

Hacemos el amor cuando nos bañamos en la piscina a 97 grados F y ella hace sus ejercicios de estiramiento y yo recuerdo que ya son cuatro las feroces tormentas de nieve que se han ensañado con este país y nosotros estamos disfrutando de un día espléndido en una piscina apropiadamente temperada.

Hacemos el amor cuando me recuesto suavemente en su barriga y le hablo al bebé (siempre le hablo a una mujer, a Zoe) y el bebé tal vez reconoce ya mi voz, o no, y suele dar unas pataditas en el vientre de su madre y yo le digo a mi novia: está bailando, es como tú, le gusta bailar sola, va a ser una rockera perdida.

Hacemos el amor cuando vamos de madrugada al Seven Eleven a comprar uvas y jugos de mango y la versión impresa recién llegada del New York Times y luego vamos a CVS a comprar fresas y piña en rodajas y llegamos a la casa y nos damos un festín de frutas frescas y jugos de mango mientras yo le hablo de cosas políticas que a ella con seguridad no le interesan (pero ella me hace el amor fingiendo que le interesan).

Hacemos el amor cuando nos reímos con las diatribas y las injurias y las procacidades que lanzan contra ella los felones y los innobles y cuando sentimos que todo ese odio nos sirve curiosamente para afianzar nuestra amistad y querernos más.

Hacemos el amor cuando ella no me habla de mi programa de televisión y yo tampoco (pero ambos sentimos que es aquí donde queremos estar).

Hacemos el amor cuando vemos películas en casa (ya nunca vamos al cine) y ella se queda dormida a los quince minutos.

Hacemos el amor cuando ella me cuenta riéndose las cosas que yo hablo o que grito cuando estoy dormido, cosas que ella registra en su memoria de Funes el memorioso y a las que intenta dar un sentido o una coherencia racional como si estuviera armando un rompecabezas infinito.

Hacemos el amor cuando yo le echo en la cara, muy delicadamente, la crema que ella prefiere, y ella me echa en la cara, más delicadamente aun, la crema que yo compro (porque es la más económica).

Hacemos el amor cuando ella me pide que le haga masajes en las manos y yo siento que estoy dándole una forma de placer muy superior a la que en el mejor de los casos puedo procurarle cuando nos enredamos en alguna escaramuza o refriega erótica.

Hacemos el amor cuando ella lee y corrige con buen tino lo que yo escribo y cuando yo leo y corrijo lo que ella escribe con pasión.

Hacemos el amor cuando yo le cuento los pocos sueños que me van quedando (quedarme cuatro años en Miami hasta cumplir los cincuenta, hacer televisión hasta entonces, luego si estoy vivo retirarme de la televisión, pero sobre todo ver crecer a la pequeña Zoe) y cuando ella comparte sus sueños conmigo (divertirnos con Zoe, maravillarnos con sus probables extravagancias, que sus novelas se publiquen no sólo en el Perú).

Hacemos el amor cuando vamos todas las tardes a las tres en punto a comer el mismo plato y a beber la misma bebida: pescado con tomate, limonada natural con mucho hielo, nada de tocar el pan y la mantequilla.

Hacemos el amor cuando ella me hace escuchar alguna canción que yo no conocía (por ejemplo, Anyone but you, pero no en la versión que cantan juntos Ellen Page y Michael Cera al final de Juno, sino la que cantan los Moldy Peaches, superando largamente la versión de los actores) y cuando yo le digo que Zoe será cantante o loca bailarina o tan musical como su madre.

Hacemos el amor cuando nos echamos en las tumbonas del balcón a ver las estrellas y yo le cuento qué es una supernova y ella se queda dormida mientras yo hablo de cómo colapsa una supernova, cómo se desintegra y cómo viene a caer sobre nosotros y ya ella está profundamente dormida cuando yo le digo, siempre mirando a las estrellas, que siendo el universo infinito es probable que existan más planetas, más universos, múltiples universos infinitos.

En todas esas ocasiones, mi novia y yo hacemos el amor sin tener relaciones sexuales.

De vez en cuando, si tengo suerte, hacemos el amor teniendo relaciones sexuales, pero esto es algo que depende completamente de ella y es más esporádico.

1 comentario:

  1. Me podrían decir el argumento please :v Me lo dejaron de tarea u.u

    ResponderEliminar