lunes, 21 de marzo de 2011

Dios y las moscas

UNO
No soy ateo. El ateo tiene fe en que Dios no existe. Yo carezco de esa fe. No puedo probar la inexistencia de Dios. Sospecho que en un avión lleno de pasajeros precipitándose en llamas a tierra podría probar la inexistencia de un ateo.

DOS
El ateo tiene mala fama. Si dice: Soy ateo y una buena persona, nadie le cree. El ateo es socialmente repudiado. El ateo es visto como un mal bicho. El ateo quiere que Dios no exista, quiere aniquilar a Dios. Es, por tanto, sospechoso de querer matar a alguien. Siendo que muchos han matado en nombre de Dios, el ateo aplica la teoría de la guerra preventiva y se apresura en matar a Dios para que otros no vengan a matarlo en nombre de Dios.

TRES
Puede que Dios no exista. Pero puede que exista. Si hay una vaga, remota posibilidad de que exista (y digamos humildemente que la hay), y si cuando estemos muertos acaso nos reuniremos con Dios, y si es probable que nos someta a juicio, y si como bien sabemos somos culpables, la prudencia y la cortesía aconsejan darle a Dios el mínimo beneficio de la duda. Si los niños son felices creyendo en Papá Noel, ¿por qué los padres deberían hacer el odioso papel de aguafiestas y decirles que Papá Noel no existe? Si ciertos adultos son felices creyendo en Dios, ¿por qué alguien debería estropearles la película divina diciéndoles que Dios no existe cuando no hay evidencias irrefutables de su inexistencia? Los sueños y las fantasías existen y muy a menudo poseen una densidad aún más real que la vida misma. Aspirar a una vida sin sueños parecería una empresa ardua e inhumana. Postular una vida sin sueños ni fantasías puede ser el camino seguro a la desdicha. Dios es un sueño, pero un sueño diseñado a la medida de cada uno y un sueño que puede ayudar a sobrellevar las tristezas y miserias de la vida y a enriquecer o mejorar la experiencia humana. Dejemos que cada persona sueñe libremente lo que mejor le convenga. Entrometerse en los sueños y las fantasías de una persona es un acto de prepotencia moral. Imponer nuestros sueños y fantasías a otra persona no lo es menos.

CUATRO
Mi escenario optimista es que Dios no existe y es una fantástica creación humana. Mi escenario optimista es que la muerte me liberará de la condena oprobiosa de ser yo mismo y me exonerará del recuerdo de mi identidad que ya viene siendo un lastre. Lo que más me asusta de la vida eterna no es el castigo que con seguridad me espera sino el flagelo aún peor de vivir conmigo mismo para siempre. Si he de ser condenado, ruego que se me conceda otra identidad, de modo tal que nunca más pueda recordar que fui el cretino que soy ahora.

CINCO 
Mi escenario pesimista es que Dios existe y que a mi muerte me sentará en el banquillo de los acusados y alguno de sus fiscales memoriosos exhibirá ante el jurado las evidencias de que soy culpable. Aun si consigo el mejor abogado defensor, perderé el juicio. Soy culpable. Me declaro culpable. Merezco la máxima pena, cadena perpetua (siendo perpetua realmente perpetua). Ruego a Dios que exima a mis padres de asistir a ese juicio que con seguridad les provocará un bochorno insoportable. Por mucho que ahora procure enmendar mi conducta y proceder con rectitud y hacer el bien sin mirar a quién y convertirme en una persona virtuosa y para nada sinuosa, ya es tarde para reparar el daño perpetrado a sabiendas, ya es tarde para borrar las huellas de mis crímenes, ya es tarde para alegar que después de tantas fechorías soy inocente. 

SEIS
Mi escenario moderadamente optimista es que Dios existe pero está fatigado de juzgar a tantos y tantos de sus hijos defectuosos. Mi escenario moderadamente optimista es que Dios se sabe imperfecto porque a veces recuerda que creó a las moscas, a los dinosaurios, a los mosquitos y las tarántulas, a los sátrapas y genocidas, y cuando en efecto recuerda que las cosas no le salieron del todo bien, se llena de compasión y comprende que nosotros somos también imperfectos y tenemos, por así decirlo, nuestra propia colección de moscas, dinosaurios y mosquitos en el armario. En ese escenario, Dios se exime de la severa y engorrosa tarea de juzgarnos y ordena a sus ángeles que suene la música celestial de Bach y todos nos echemos a descansar sin recordar lo que fuimos, sin saber dónde estamos, sin saber siquiera que esa música la escribió Bach.

SIETE
Yo no tengo un sueño. Yo solo tengo sueño. Quiero dormir. Quiero dormir y no despertar y olvidar para siempre que soy el tonto inútil que de momento sigo siendo. Mi corazón aún late, mi cuerpo persiste en respirar, pero mi alma yace exangüe como un perro atropellado en la autopista de noche.

1 comentario:

  1. Debo pensar, que estás usando el SARCASMO ON... para todo lo que escribiste...

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